23.4.13

¡Feliz día de Sant Jordi!

Vía Penélope Ilustradora

Aquella mañana el pueblo entero había salido a la calle para ver a la princesa encaminarse al bosque. Ella había sido la elegida. El propio rey sabía que aquel día pronto llegaría y allí estaban todos viéndola partir.

Pero la princesa no tenía miedo. Sabía que aquella acción haría que el pueblo permaneciera en calma, que no sufriera la ira del dragón, su aliento fétido o el fuego de su garganta. Anduvo despacio. Quería disfrutar de su último paseo entre las árboles, junto al arrollo. Escuchar el canto de los pájaros, el correr de las ardillas, el aire entre las hojas y el agua sobre las rocas de la orilla.

Tenia que atravesar el bosque y llegar allí donde nadie había regresado, allí donde el fétido aliento del dragón anunciaba el final de quién osara acercarse demasiado.

Pero aquel día, un caballero noble a lomos de su bravo corcel atisbó entre la maleza a la bella princesa. Sorprendido por la soledad de aquella hermosa dama el Caballero decidió seguirla y averiguar a dónde se dirigía.

Allí donde el bosque se aclara y las rocas forman la cueva la princesa se detuvo. El caballero pudo escuchar la respiración agitada de la muchacha cuando al dragón comenzó a andar hacia la entrada. El caballero desenvainó su espada y su caballo corrió veloz hacia la princesa para protegerla.

En el momento en el que el dragón asomó la cabeza, Sant Jordi valiente levantó su espada y le asestó un corte en el cuello al dragón. Su caballo giraba entre las patas de la criatura y Sant Jordi clavaba la espada sin miedo.

La princesa observaba la terrible batalla apoyada en un árbol temiendo por la vida del valiente caballero que vino a salvarla. Y tras cuatro cortes certeros el dragón cayó abatido en las rocas del suelo.

Sant Jordi subió a la princesa a lomos del caballo y cabalgó hasta el pueblo donde el regreso de la joven y la noticia de la muerte del dragón fue recibida con gran gozo.

Antes de marcharse, el valiente caballero le entregó a la princesa una rosa y una espiga de trigo diciendo: “Una vida en una rosa y una espada para protegerla”. La princesa alagada le entregó a Sant Jordi su diario y dijo: “En estas páginas mi palabra, en cada palabra una historia”.


* * *


Muchísimas gracias a Roy por su genial cuento de Sant Jordi! De pequeña me habían contado esta historia en el colegio, pero la verdad es que ya la había olvidado, y me ha encantado volver a recordarla. Así que ya no tenéis escusa, esta noche ya tenéis cuento para explicar a vuestras hijos!!

¡Esperamos que disfrutéis mucho de este día tan especial! 

Via Penelope Ilustradora

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